Camino a...

...(casi) ninguna parte.

Cuando te embarcas en esta aventura, seamos honestas, es mucho más complicado explorar mundo.

Después de todo el verano sin hacer un mediano viaje, decidimos que ya era hora de ver a los abuelos y tiramos rumbo a Sevilla. Las últimas veces que fuimos, bendito gordito que se quedaba frito en su sillita y pasaban las dos horas y cuarto en un pis pás...si si, eso era ANTES.

Detrás iba yo, muy esperanzada en que, como acababa de comer, iba a caer pronto...tras ochenta "estando el cocodrilo y el orangután..." (con baile incluído) y otros tantos "cinco lobitos...", le saco el sonajero/mono tan feo (pero que tanto le gusta), le doy el mickey mouse, la granja que habla, -me he traído la artillería pesada- le pongo nosecuántos chupetes uno detrás de otro, le doy agua,...me faltó bailarle la lambada al niño. Nada, a parar un rato y a jugar con él en medio de una gasolinera de ninguna parte, y ahí sí, en brazos de mami y el papi  haciendo el orangután...el niño se parte de risa -será joio-.

En la segunda parte del trayecto, y después de varias quejas y llantos tantos, se quedó frito (bendito!).

Y todo eso, multiplicado por dos claro, la ida y la vuelta.

Lo que yo te diga...compensa sí, pero vamos a esperar un par de semanitas a viajar otra vez que esto cansa mucho.

¿Algún truco milagroso?