Para los que me sigan en
twitter ya lo sabréis,...ayer me fui de rebajas.
Si si, uy qué divertido, mareada entre ropa de la talla 2-3 y, básicamente, calculando a ojo porque cada marca es de su padre y madre...menos mal que las madres tenemos visión escáner con metro incorporado y eso las marcas lo saben y les gusta que demos vueltas -si no, no me explico-.
[Ah primeriza, ¿habías pensado que las rebajas eran para mí? ay, pobrecita mía...]
Lo peor de todo no es comprar, dar vueltas, mirar y remirar ropita "de batalla" para la guardería -que luego vendrá irremediablemente pintada y manchada para los restos- sino que cuando llegas a casa, ¡tienes que ponerle el nombre a todo! Dios mío por qué no viviremos en una gran comuna donde todo sea de todos...
Recuerdo mis tiempos de embarazo, preparando las cositas con amor infinito para el bebé, comprando por internet etiquetitas cuquis para plancharle a la ropa su nombre y pensando que era algo divertido e ilusionante...
Hoy, 22 meses después de venir al mundo el gordi, las etiquetas cuquis ocupan un lugar privilegiado en el fondo de mi cajón cuqui de la habitación del niño, porque ¿yo? ¿pararme a planchar por las noches toooooooooda la ropa que acabo de comprar? no señoras no, como #malamadre busco cosas prácticas, cómodas y rápidas, y montar la zona de planchado a las y pico de la noche con la torta que llevo encima de todo el día, cuanto menos es peligroso para mi salud física -que la mental ya está out-.
Y aquí quería yo llegar...decidme que conocéis este maravilloso invento, el MINE